*Foto intervenida
Cuando pasaba mi muchacha
por la ventana,
su pelo espigaba las hebras
como una siembra de trigo
en el sol de mediodía.
Hasta la brisa se alegraba,
y hacía fiesta levantando
los volantes
de sus faldas de colores,
que ella trataba de aplacarlas
con la gracia
de sus largas y bellas manos
de muchacha.
Ya no pasa más mi muchacha,
y he clausurado la ventana.
!Para qué la ventana¡
Si ya no pasa más mi muchacha