Ha vuelto la lluvia.
La tierra seca
la pedía a montones.
Entre la grietas de su piel levantada
como una costra infesta,
la veo correr restañando las heridas.
Mañana los árboles tendrán alas de pájaros,
y las bocas de las mujeres
tañirán flautas dulces
de la montaña florecida