Muere en la Mesa de Jéridas la tarde.
En la noche su cielo se preña de estrellas,
las mismas que miraban con asombro
los indios guanes,
antes del genocidio del conquistador Alfinger,
con sus adargas,
arcabuces,
espadas,
y la bendición de la cruz.
Esta noche,
como en otras noches,
se escucharán los ayes de sus almas,
contándoles a las estrellas,
el horror de la matanza.
*Al fondo la Mesa de Jéridas