Ni que lo digas Carlos,se rompe el corazón porque en ellos también hay vida, pero todo lo que tiene vida de una manera u otra muere.Esta cadena de la vida es lo que siempre digo..."muerte de unos, vidas de otros"
Me llena de tristeza la innecesaria muerte de un ser tan fascinante, tan imponente, q ha visto pasar por sus hojas cientos de años para ver un día llegar a un insignificante humano y morir en un dos por tres.
Un corazón vegetal que es el de todos...
ResponderEliminarBesos.
Ni que lo digas Carlos,se rompe el corazón porque en ellos también hay vida, pero todo lo que tiene vida de una manera u otra muere.Esta cadena de la vida es lo que siempre digo..."muerte de unos, vidas de otros"
ResponderEliminarUn placer visitar tu blog.
Saludos fraternos.
Siento lo mismo, me duele cada árbol que cae a tierra dejando este planeta nuestro cada vez más desnudo, más desprotegido.
ResponderEliminarPrecioso post.
Un abrazo.
Un corazón más que se seca dejando áridos los sentimientos.
ResponderEliminarMe duele, me escinde y sangro...
ResponderEliminarLas palabras se hacen imagen y estas versos con la crudeza de la realidad.
Besos, Carlos, la osadía del hacha no puede con tu poema.
La naturaleza toda late en nuestros corazones, imposible no sentir la puñalada ejecutada por un corazón de acero sobre el cuello de una encina.
ResponderEliminarMuy bello, lo preciso para sorprender.
Besos, Anouna
LO ENTIENDO ES MUY EXCITANTE SE A LO Q TE REFERÍS MUY SUBLIME MUY SUTIL, COMO SIEMPRE GENIAL! ABRAZO!
ResponderEliminarUn corazón vegetal es mucho más fácil de estropear. Sirven insecticidas, plagas de cualquier tipo y hasta un chorrido de miados.
ResponderEliminarUn saludo desde éste lado del acantilado.
No me gusta que se talen árboles, forman parte de la naturaleza.
ResponderEliminarSaludos.
Muy profundo.
ResponderEliminarMe llena de tristeza la innecesaria muerte de un ser tan fascinante, tan imponente, q ha visto pasar por sus hojas cientos de años para ver un día llegar a un insignificante humano y morir en un dos por tres.
Saludos Carlos.