Felicidad la mía,
cuando me mira bajo
la sombra de sus pestañas,
anunciándome entre profundos suspiros
la epifanía de su dulce beso
beso tierno.
Felicidad la mía,
la de aquellas horas de la brisa fría que eriza
La pelusita de sus brazos,
y ella se aferra aterida buscando calor
en mi cuerpo.
Felicidad la mía,
en esa hora del bar,
entre cervezas,
y el susurro Natalia Lafourcade:
“Si yo encontrara un alma como la mía
Un alma que, al mirarme, sin decir
nada
Me lo dijese todo con la mirada”
Felicidad la mía
cada vez que se me viene un verso a la cabeza,
y en acordes me dice la guitarra
cuán vivo estás, cuánto existes.
Felicidad la mía, la
de ella,
llegar al alba con las sábanas empapadas,
y los gallos cantando,
epinicios de nuestro amor
amor nuestro